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SINDICATO NACIONAL DE TRABAJADORES DE LA EDUCACIÓN

DISCURSO PRONUNCIADO POR LA MTRA. ELBA ESTHER GORDILLO MORALES

EN LA CEREMONIA DEL 15 DE MAYO

EN LA RESIDENCIA OFICIAL DE LOS PINOS 
 

 

Lic. Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de México.

Sr. Secretario de Educación Publica.

 

Muy queridos y respetados maestros mexicanos.

 

Señoras y señores:

 

Hoy, cuando la Republica reconoce y honra en su día a los maestros de México, tenemos la oportunidad de reunirnos nuevamente con usted, señor presidente.

 

Hace apenas un año, las perspectivas del país eran otras y muy distintas.

 

La economía caminaba y los empleos se acercaban a los segmentos poblacionales que mas los reclamaban; los precios internacionales del petróleo permitían anticipar una sólida expansión de las acciones de gobierno; la decisión de enfrentar desde el Estado a la delincuencia y al crimen organizado auguraban, junto con duras pruebas, también mejores tiempos.

En el espacio de la educación publica, patrimonio de todos los mexicanos, y única vía de que disponemos para aspirar al bienestar colectivo, una Alianza por su Calidad, sustentada en compromisos explícitos de todos quienes participamos en ella, anunciaba el fin del largo letargo educativo en que el país ha estado inmerso.

 

Había, sin duda, cosas que festejar.

 

Sin embargo, el estrepitoso derrumbe de la economía mundial, de la que México es parte activa, ha derrotado todas las expectativas. Las empresas cierran, los empleos se pierden, los ingresos se han vuelto efímeros y una nueva inflación sin crecimiento econ6mico, augura severas tensiones sociales.

Ya sin márgenes petroleros y ante una grave caída de los ingresos fiscales, se perfilan restricciones en los programas que tienen como objetivo servir a la gente, lo que difícilmente podremos soportar con suficiente estabilidad política.

La guerra contra la delincuencia, que de ninguna manera debemos abandonar, ha implicado enormes costos que se tienen que reconocer. Sin dejar de valorar el esfuerzo que se despliega para que recobremos el Estado de Derecho, es evidente que la amplísima y extendida corrupción en que se apoya el crimen organizado, y los múltiples abusos que se cometen en su combate, someten a la sociedad a tremenda tensión.

La Alianza por la Calidad de la Educación ha perdido dinamismo y se encuentra inmersa en indefiniciones que pueden volverla insuficiente con respecto a los objetivos que se propuso cumplir.

Dinamismo que debemos recuperar sin pérdida de tiempo, porque cumplir con la Alianza es compromiso y misión de los maestros de México.

 

No olvidemos que el objetivo central de la Alianza por la Calidad de la Educación es formar mexicanos mejor preparados para hacer frente a los complejos tiempos que vivimos, y que uno de sus ejes es entenderla de manera integral.

 

Junto con una mejor educación, la Alianza propone una nueva cultura de la salud y de la alimentación, a partir de reconocer el derecho que cada niño mexicano tiene a un estado de bienestar pleno.

Y es precisamente en este trascendental renglón donde el país es impactado por una nueva pandemia que pudo tener su origen en México o también, como la misma crisis económica, vino de fuera, pero que ha golpeado nuevamente a quienes menos tienen.

México no podrá formar parte de los países viables del siglo XXI, mientras la pobreza sea la principal causa de muerte.

Cierto, la sociedad mexicana ha sabido soportar con madurez y responsabilidad encomiable lo adverso hasta hoy vivido, pero no podemos, no debemos, suponer que esto habrá de continuar así.

 

Si alguna lección podemos extraer de las distintas y enormes crisis que en tan cortísimo tiempo han sacudido a toda la humanidad, es que solo la acción del Estado, de un Estado dotado de una nueva conformación y poder, estará en opción de servir a la sociedad frente a crisis inéditas, que se despliegan a una enorme velocidad y que impactan a todos.

También queda claro que ese reformulado poder del Estado solo podrá ejercerse con legitimidad si demuestra, con hechos, estar al servicio de la gente, de la gente común, de toda la gente, y que carecerá de viabilidad si solo sirve para reciclar grupos, intereses, ambiciones y, al final de todo, corrupción. Si en la emergencia epidemiológica no se hubiera actuado con esa visión de Estado: Todos los ciudadanos, todos los gobiernos, todas
las instituciones, todos los recursos, alineados en torno a un objetivo preciso, consensuado, único, medible y transparente, los costos, de por si altísimos, hubieran adquirido dimensiones inimaginables.

 

Y fue la política, una política con claridad de miras y correcta percepci6n de la emergencia social, la que fue capaz de construir esa dimensión de Estado. La política, que propuso un diagnostico del fenómeno a enfrentar que no implicara ni culpables ni victimas. La política, que demostró su pertinencia cuando se parte del principio de que todos resultaran ganadores.

La política, que supero la visión de lo que es parcial, para ir al encuentro de lo que es común.

La política, que supo reconocer quien tiene y puede aportar, y a ellos se dirigió sin regateo ni dogmas. La política, que puso en el centro su razón esencial: Servir a la sociedad.

 

Frente a los duros momentos que ya están aquí y a los que enfrentaremos en el cortísimo plazo, es indispensable volver los ojos a la política; ya probo su eficacia, recurramos, con sentido de urgencia, nuevamente a ella. Recuperemos entonces para la política, el ser la vía para construir un mejor país en donde las expectativas y la esperanza fundada articulen la vida publica y den soporte de la estabilidad social.

 

Junto con elecciones incuestionables y partidos vigorosos, lo que la emergencia reclama es un nuevo acuerdo social, sustentado y viabilizado por una sólida alianza política.

Alianza política que haga irrelevante el escándalo, el escarnio, el cinismo, para convertirse en la vía para hacer frente a las verdaderas preocupaciones nacionales.

 

Alianza política que cierre el espacio a concepciones perversas y fuera de toda perspectiva ética e hist6rica, que hicieron de la impunidad condici6n necesaria para el funcionamiento del país; los mexicanos no queremos eso, nunca lo hemos querido.

Alianza política en la que todas las voces participen en la definici6n de que hacer, cuando hacerlo, que aportar, a cambio de saber que habrán de recibir.

  

Señor presidente:

 

Los maestros de México hemos probado, y ello quedo mas que evidente el pasado lunes, cuando 25 millones de niños volvieron al contacto humano masivo y el riesgo epidemiológico fue exponencial, que somos responsables en lo que hacemos todos los días: Participar decisivamente en la formaci6n y el cuidado físico, mental y ético de los niños mexicanos. Sabemos también que nada nos ha sido fácil lograr, y tenemos claro que solo lo que nosotros construyamos en cada comunidad, en cada familia, en cada escuela, en cada niño, será lo que lograremos como Nación. Cuantas evidencias de ello han dado y siguen dando los maestros, a quienes la Republica reconoce con la medalla Altamirano y la presea Rafael Ramírez por sus 50, 40 y 30 anos al servicio de la educación, y los premiados por su desempeño en el programa de Carrera Magisterial.

 

Al reconocer a los maestros de México es la Nación la que se reconoce a si misma, porque es en el día a día de cada aula donde se escribe la historia nacional, y somos los maestros quienes tenemos el privilegio y la responsabilidad de participar en su escritura. Los maestros no le tenemos miedo a la adversidad y no estamos ni nunca estaremos dispuestos a resignarnos ante ella.

 

La lectura responsable de los tiempos de México nos permite concluir que es la gravedad de los problemas y la manera y oportunidad para enfrentarlos, lo que da la correcta dimensión de los hombres en general y de los gobernantes en particular.

Las elecciones no son las que finalmente califican la legitimidad de un gobierno, es la historia la que se encarga de ello.

 

 

Muchas gracias.