Juegos de poder

 

Habla la maestra III

Leo zuckermann*

Créditos: www.lacronica.com 25 mayo 2010

 

Sobre el tema de los comisionados (aquellos maestros a los que se les paga pero se dedican a labores distintas a la enseñanza), Elba Esther Gordillo admite que “sí son nuestra responsabilidad”. Se trata de un reconocimiento importante. El problema es que, como no existe un padrón de maestros, tampoco se sabe el número de comisionados. La maestra afirma que algunos trabajan “en la SEP y otros en las secretarías de educación de los estados” pero “muchos andan por ahí en el trabajo político porque son amigos de fulano y zutano, y nos los achacan a nosotros”. Le preguntamos si existen aviadores.

 

La maestra evade la pregunta respondiendo que a ella le interesan que se revisen las comisiones. “Me comprometo a corregirlo. Hay que transparentar. Los que tienen que informar son los secretarios de educación de los estados. La SEP debe exigirles”. He ahí un compromiso: Gordillo quiere que se sepa el número de comisionados y en qué trabajan. Le decimos que entendemos que a los maestros les conviene que exista un solo sindicato nacional para defender sus intereses laborales. Pero esto genera una situación asimétrica con las autoridades educativas estatales. ¿Cómo puede negociar un gobierno de un estado con un sindicato que tiene fuerza nacional? Si la educación se descentralizó durante el sexenio de Salinas, ¿no debió de haberse descentralizado el sindicato? La maestra lo tiene muy claro: “Nadie se suicida. La unidad es fundamental. Si pudiéramos, incluso invitaríamos a las universidades.

 

Yo no estoy de acuerdo con la pulverización de los sindicatos. Que se actualicen, modernicen y transparenten”. Niega que los gobiernos estatales no puedan negociar con un sindicato nacional. De hecho, Elba Esther aprovecha este asunto para autodefi nirse como “nacionalista”. Critica al “neoliberalismo salvaje” que pretende pulverizar los sindicatos. Presume que gracias al SNTE se le dio “contenidos a la descentralización de la educación”. Para ella es fundamental que existan contenidos nacionales y la rectoría de la SEP en la educación. Le preguntamos, entonces, si es cierto que el SNTE cogobierna en materia educativa.

 

Gordillo admite que “hay una alianza pública con el gobierno; no podemos estar peleando”. Recurre, entonces, a uno de sus argumentos favoritos. Ella no sólo trabaja a favor de los intereses de los maestros sino de la estabilidad política. Nos recuerda los turbulentos años ochentas donde los profesores se movilizaban cotidianamente en las calles. Pero, gracias a la modernización que ella promovió en el SNTE, hoy existe una relación política estable entre sindicato y gobierno. Cuestionamos si el nombramiento de una persona muy allegada a ella (su yerno) como el subsecretario más importante de la SEP no es evidencia que el SNTE está metido en el diseño y ejecución de la política educativa. “El subsecretario es respetable. Hay que evaluar su trabajo.

 

A lo mejor el error es que fuera tan cercano a mí”, confiesa Elba Esther. Sin embargo, lo justifica: “era un garante”. Y explica: como ella apoyó al PAN en las elecciones del 2006, muchos la acusaban que ponía en peligro el artículo tercero constitucional con una posible participación de la Iglesia en la educación. “Yo necesitaba mandar el mensaje de que eso no iba a pasar”. Por eso consiguió que el presidente Calderón nombrara a Fernando González como subsecretario de educación básica. Terminamos interrogándole sobre la reforma laboral. La maestra se mostró de acuerdo con la propuesta que hace el PAN de que la elección de los líderes sindicales se haga por voto secreto.

 

“Ya se hace en el SNTE; así me eligieron a mí”. También apoya que el pago de las cuotas sindicales sea voluntario, no como hoy en que el gobierno las retiene y se las paga directamente al sindicato. En lo que se mostró completamente en desacuerdo, con un contundente  “no”, fue en la propuesta de transparentar las cuentas de los sindicatos. “Nosotros les rendimos cuentas a los trabajadores”, terminó diciendo Elba Esther Gordillo.  

*El autor es analista político/profesor investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).
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leo.zuckermann@cide.edu