El director de la Unidad de Diagnóstico y Rehabilitación Neuropsicologógica (UDRN), indicó que los seres humanos somos animales sociales, y en ese ejercicio reflejamos una conducta que generalmente nos caracteriza y nos da un valor social.
Sin embargo, puntualizó que no es común reflexionar en el por qué de dicha conducta, ya que cuando se llega a hacerlo generalmente se relaciona con la herencia al decir que los niños "son igualitos a su padre, madre, abuelo, tío, o algún otro familiar".
Refirió que la conducta caracteriza a los seres humanos y ésta se materializa en la interacción social como algo que los demás perciben pero que, en la mayoría de las ocasiones, quien protagoniza la acción no tiene conciencia plena de la misma.
Esto es muy común entre los niños en virtud de que el menor en desarrollo no es un adulto chiquito, abundó, sino que es un ser que está iniciando una vida rica en experiencias, mismas que deberá de ir concientizando siempre con el apoyo y la guía del adulto.
Por lo anterior, dijo que es importante aceptar que la mayoría de los niños son en esencia impertinentes e imprudentes y que es responsabilidad siempre del adulto, de acuerdo con el modelo de familia y de hijos que se quieran tener, lograr que los pequeños vayan cobrando un mayor nivel de conciencia.
De tal forma que en algún momento de su vida éstos asuman totalmente la responsabilidad de sus propios actos, esto, si alguna vez lo logran, puntualizó Rentería Ibarra.
Comentó que este planteamiento no surge de manera espontánea, debido a que la orientación adecuada del adulto hacia el niño se ve determinada por la concepción que el adulto tenga del desarrollo de la conducta del niño.
"Si logramos comprender lo anterior, entonces estaremos en condiciones de guiar adecuadamente a los niños y muchos de los tabúes y costumbres en la educación de éstos desaparecerán, dando paso a una nueva cultura del desarrollo del ser humano", aseveró el director de la UDRN. (sao)
Resaltó que la conducta manifiesta es, generalmente, sólo el último eslabón de una cadena de procesos mentales que el ser humano desarrolla a través de su existencia. Por tanto, si queremos entenderla en su real dimensión debemos analizar al ser humano en su amplio contexto como un ser históricocultural.
Desde el momento mismo en que dos personas adultas, consciente o inconscientemente, generan un nuevo ser humano pues todo lo que suceda en relación al proceso gestacional que la mujer, por su condición de género llevará en su vientre, podrá influir en el interior desarrollo del mismo, concluyó. (sao)