Carta del Director
Revista AZ 21 nov 2008
Por: AZ Portal de Educación y Cultura
La Alianza por la Calidad de la Educación, firmada el
pasado 15 de mayo por el Ejecutivo Federal y el Comité Ejecutivo Nacional del
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) puede y debe
traducirse en un plan de reforma educativa de largo alcance, lo que, a su vez,
implica una serie de cambios estructurales.
Es indudable que estamos frente a una de las más apremiantes reformas para el
país: la transformación del modelo educativo que tuvo vigencia y funcionó a lo
largo de varias décadas, pero, frente a los retos de globalización (alta
competitividad internacional, nuevas condiciones en el mercado de trabajo y del
empleo), se ha visto insuficiente. Se requieren cambios para que las nuevas
generaciones estén capacitadas en tecnología, idiomas, matemáticas y su propia
lengua.
Este proceso de cambio se sustenta en la construcción de propuestas de
organismos internacionales, asociaciones de padres de familia, especialistas en
materia educativa y, fundamentalmente, de los maestros y las maestras del país,
a través de un proceso de consultas que el SNTE inició y que desembocaron en el
IV Congreso Nacional de Educación.
La implementación de la Alianza por la Calidad de la Educación aún genera
reacciones porque, como cualquier proceso de cambio, implica dejar atrás
relaciones, formas y actividades que prevalecieron durante mucho tiempo, por
otras que traerán beneficios al conjunto del sistema educativo. Por ello, es
explicable pero no justificable, la reacción adversa generada en algunos
estados. En otras palabras, estamos observando como, en el día a día, la Alianza
por la Calidad de la Educación enfrenta desafíos en la búsqueda por elevar la
calidad educativa en nuestro país.
Lo que ocurre en Morelos es un movilización política aislada de un grupo dentro
de la sección 19 -que entró en un proceso de negociación accidentado- donde los
problemas de gobernabilidad, política interna y partidista de la entidad se
confundieron con una negociación que debió mantenerse dentro del marco del
acuerdo educativo. Si las protestas fueran contra la Alianza, la pregunta a las
maestras y los maestros de Morelos es si se oponen a que el gobierno morelense y
el gobierno federal, -a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP)-,
invierta recursos en los centros escolares de la entidad, o bien, si están en
contra de que se asignen recursos para capacitar a los docentes con nuevos
conocimientos para enfrentar los retos del estado y del país.
Hoy, se puede decir, hay un gran acuerdo suscrito por el presidente Calderón y
el SNTE, que involucra a miles de maestros y millones de alumnos y recursos.
En este tenor, el magisterio muestra que es un actor más que promueve la Alianza
y ha hecho un enorme esfuerzo en las negociaciones con las autoridades
educativas (federales y estatales) y en la materialización de esta reforma
educativa, al tiempo que preserva y protege los derechos de sus agremiados.